Al amparo de la web 2.0 y el software social, la clasificación del contenido intelectual de toda aquella información que circule en la web quedó en manos del pueblo, dando origen a las folksonomías. Ya no son sólo los especialistas, - munidos con sus vocabularios controlados o sistemas de clasificación jerárquicos- los que asignan términos bajo los cuáles se agrupan los "océanos" de contenidos que fluyen en Internet.
Las etiquetas generan un sistema de clasificación no jerárquico, y de su uso colectivo nacen las taxonomías populares. De allí en más, sólo queda "derivar" de uno a otro tag para encontrar los miles de artículos que se agrupan tras cada uno de ellos. En las folksonomías hay feedback y cooperación: los usuarios interactúan para describir un mismo material, sin ningún control terminológico.
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